3.15.2013

1984 y 2013: notas sueltas / 1984 vs 2013: Raw Notes


Un análisis de 1984 invita a cotejar aquella realidad ficticia con esta donde discurrimos. Podemos, entonces, vislumbrar analogías manifiestas entre el distopismo de la novela y rasgos del modus operandi seguido por quienes gobiernan en este mundo menos literario.

Independientemente de qué pensemos al respecto, cabe tener en cuenta el tono de la novela, que crea límites nebulosos entre literalidad e ironía:

La Policía del Pensamiento que rastrea a los crimentales (criminales del pensamiento), inspirada en la Gestapo y en el NKVD, muestra una concepción hiperbólica sobre la vigilancia estatal. Por otro lado, hay quienes asocian esta extravagante idea con la vigilancia estatal en la actualidad que opera, sobre todo en Internet, con el fin de condenar, sabotear y responder a acciones que puedan desestabilizar el status quo programado por el poder.

A su vez, la ironía parece aliarse con la manipulación del lenguaje como modeladora de conciencias:

La Neolengua del gobierno de 1984 se creó a fin de salvaguardar el funcionamiento del sistema mediante la supresión o corrección de palabras que puedan generar pensamientos revolucionarios o críticos.

A este respecto, nuestros gobernantes españoles nos hacen entender por gastos el capital destinado a los bienes públicos (sanidad, educación, protección a mujeres maltratadas, ayudas a la dependencia, pensiones, etc. ); mientras que eventos como la F1 en Valencia, o el aeropuerto sin aviones de Castellón fueron inversiones.

Parece que la tendencia mundial es, además de la privatización, la ironía política; como cuando la gestión de los servicios sanitarios se cede a empresas privadas, encareciendo y, por lo tanto, reduciendo la calidad y el acceso a medicamentos, tratamientos y servicios a familias que nunca vivieron por encima de sus posibilidades y que, sin embargo, sobreviven, cada vez más, por debajo del umbral de la pobreza.

También es interesante la reconcepción contradictoria de ideas políticas en 1984. El Gobierno del Amor se sirve del miedo y de la tortura para garantizar la adhesión de sus ciudadanos al régimen.

Sería impensable imaginar un ente político con semejante nombre. Sería absurdo, de locos. Y sin embargo, en España (por citar un caso conocido), nos dicen que la justicia es igual para todos, pues vivimos en un estado democrático cuyo Tribunal de Justicia así lo permite. Mientras, los casos de absolución por corrupción financiera entre los dirigentes de este país cada vez más arruinado nos golpean sin descanso. Nada más que añadir.

Si, por su definición, pensamos en una distopía como un panorama apocalíptico y descorazonador, quizá las advertencias de los apocalípticos que sermonean sobre la amenaza que suponen el control y la manipulación gubernamentales tengan menos de exageración y más de juicio.

 

Analyzing 1984 may encourage us to compare its fictional reality with our own one. In doing so, we may spot some clear analogies between the dystopia presented in the novel and some traits from our political leader's modus operandi in this less literary world.


Whatever our ideas are regarding this issue, it should also be born in mind that the tone in 1984 creates hazy boundaries between literalness and irony:

This said, the Thought Police tracking crimentals (Thought Criminals), which was inspired by the Gestapo and the NKVD, seems to be an hyperbolic conception of state surveillance. Nevertheless, some like to associate such extravagant idea with the current government surveillance, especially in the Internet, in order to convict, sabotage and respond to actions that could destabilize the status quo programmed by the power.

It looks as if irony and linguistic manipulation —as a shaper of consciousness— joined forces:

In 1984, the Newspeak language was purposely created by the government to safeguard the system's permanence by deleting or modifying words which may generate revolutionary or critical thoughts.

In this regard, in Spain governors make us see capital sums for public goods (health, education, protection for battered women aid dependence, pensions, etc. ) as expenses; in contrast, events like the F1 in Valencia, or Castellón airport without planes have been investments.

Aside from privatization, it seems that political irony is another worldwide trend; as when the management of public health services —meant to guarantee the right to medical assistance— is transferred to private corporations, driving up costs and therefore, reducing the quality and access to medicines, treatments and services to families who never lived beyond their means but survive below the poverty line.

It is also worth paying attention to the antithetical conceptions of political ideas from 1984. The Government of Love employs fear and torture to ensure citizen's loyalty to the regime. We would hardly think of a political entity named as such. It is ridiculously insane. But in Spain —to pose a well-known example— we are told that justice is equal for everyone provided that we live under a democratic state in which the Court of Justice allows for it, while being repeatedly hit by cases of financial corruption acquittals among the ruling class from this increasingly ruined country. Not much more to say.

Considering its very definition, we may imagine a dystopia as an apocalyptic and disheartening scenario. Then, perhaps the warnings from the apocalyptic preachers on the threat posed by governmental control and manipulation are less exaggerated while more sensible.  



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